24
Valle de Unciti
Oihane Mcguinness
23
Valle de Améscoa
Aizpea de Atxa
22
Cabredo
Andrea Ganuza & Karmele Oteros
Falces
Itsaso Iribarren & Germán de la Riva
21
Murillo el Fruto
Ana Maestrojuán
Valle de Araitz
Arantza Santesteban
20
Beire
Maite Redondo & Luca Rullo
Lizoain / Arriasgoiti
Cabezafuego
Mendaza / Valle de Berrueza
La Comunidad
Sada
Sancho Rodríguez & Fermín Díez de Ulzurrun
Tulebras / Barillas
Cabeza de artista
19
Auritz-Burguete
Teresa Sabaté & Virginia Santos
Cabanillas
Irati FG & Nerea Aguado
18
Bodega Otazu
Carlos Ollo & José Luis Ruiz
Eslava
Félix Zaratiegi & Javier Reyes
Eugi
Broken Brothers Brass Band
Igúzquiza / Ázqueta
Martín Etxauri
Sartaguda
Xabier Erkizia & Luca Rullo (Audiolab)
Valdorba
Azken Muga & Alkora & Alex Duró
17
Abárzuza / Riezu
Yarleku & Aukeran dantza konpainia
Fontellas
Ismael Loperena & Carmen Puerta
Orbaizeta
Maite Itóiz & Jhon Kelly & Nicolás Alba
Sesma
Marijose Rekalde & Pascal Janín & Carlos Fontales
Urroz-Villa
Prepirineo
Patxi Burillo
resumen
Al inicio, vértigo. Llegar a un lugar desconocido con una intención desconocida también. Tras el primer encuentro en Urroz resulta complejo imaginar a donde nos puede llevar el proceso o cual es el camino a elegir. Y resulta más complejo todavía tratar de acercarse al pueblo sin ningún tipo de pretensión o idea, con el único objeto de deambular por sus calles y paisajes, de compartir un fragmento de tiempo con el grupo de Landarte y otros vecinos de la localidad, a la espera de que lentamente se vaya desvelando, sin forzarlo, un camino.
Esto supone salir de la zona de confort hasta encontrar otro espacio confortable, construido ladrillo a ladrillo con cada uno de los encuentros que tienen lugar. Y conforme nos vamos conociendo y creando vínculos también, una nueva pregunta entra en escena. ¿Qué sentido tiene desarrollar una propuesta artística en el pueblo? La respuesta que encontramos pone el foco en el proceso, en generar un proceso cinematográfico completo que pudiera ser empleado en el futuro, una vez la experiencia de Landarte hubiera concluido. Este hecho, vinculado a la elección de las labores del campo como tema de trabajo, siempre presentes en las conversaciones, da lugar a la propuesta de “El cine de los cien años”.
Comenzamos así a trabajar sobre este película-cosecha a mediados de verano. Lejos de concretarse, el proceso parece seguir abriéndose, en especial con la entrada de la escuela en el proyecto, que aporta una mirada hacia el futuro a una propuesta que podía caer en la nostalgia. Y una vez superados los miedos y recelos iniciales que implica el trabajar sin dirección, bajamos las ideas a tierra y nos centramos en actividades concretas, que nos ayudan en la búsqueda de una estructura cinematográfica propia capaz de generar una forma, una imagen. Una estructura que termina partida en dos, con las labores del campo por un lado, y la mirada de los niños sobre ellas por el otro.
Así, tras un mes de reuniones y conversaciones en el que la película se esculpe como una piedra, llega el momento de rodar. Y la filmación se convierte en un regalo. La red invisible construida a lo largo de tres meses se hace, de pronto, patente, y todos comprendemos la idea que queremos registrar de manera colectiva, uniéndose a la filmación nuevas personas conforme esta avanza. La heterogeneidad del grupo que hemos conformado, un grupo casi imposible, aumenta las miradas sobre el tema de trabajo que, apoyadas en la estructura que nos hemos marcado, registran de maneras muy distintas toda una serie de procesos y aprendizajes, a los que podemos asistir gracias a la amabilidad de algunos aliados como Sergio, Florencio o las profesoras de la escuela de Urroz.
En estos momentos la película se encuentra sembrada. Esperamos cosecharla próximamente y poder compartirla en una proyección con el pueblo a lo largo del mes de diciembre.